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24.- La Fuerza de las Madres.

Escrito por:  Sebastián Campos (Catholic link)

 Los Cristianos somos afortunados, tenemos dos Madres, una terrenal y una celestial, y aunque a veces sintamos que la celestial está muy lejos de nosotros y la terrenal no es tan buena como quisiéramos, ambas son nuestras y para ambas somos suyos.

Como tenemos dos y es justo celebrar a ambas para el día de las madres, me preguntaba: ¿por qué las felicitamos? ¿Qué razón tienen ellas para estar felices este día? Y me di cuenta de algo sumamente obvio y de lo que tú y yo somos responsables: La felicidad de mamá está basada en que tiene hijos. Tu mamá te tiene a ti, mi mamá me tiene a mí.

Su felicidad está arraigada en la posibilidad de vernos crecer, de abrazarnos cuando estamos tristes, de cuidarnos en la enfermedad, de curar nuestras rodillas rasguñadas, de animarnos y hacernos sentir que no estamos solos (aun cuando ya somos adultos y somos independientes).

En este video queremos mirar con esos ojos, los de mamá, para comprender por qué deberían estar felices un día como hoy, porqué se sienten orgullosas de ser madres y porqué es bueno celebrarlas.

https://youtu.be/zaxPToLSDS0

Nuestra Madre Celestial, la Virgen María, tiene características y virtudes ejemplares, no solo para toda la humanidad y los cristianos en particular, sino que en específico para nuestras madres terrenales, que vale la pena reconocer y agradecer, pues mucho de la maternidad de María lo experimentamos en nuestras madres y mucho de lo que nuestras madres, en su fragilidad, no logran hacer bien, lo recibimos de María Santísima. Viendo el video, descubrimos algunas razones por las que celebrar la existencia de las dos que queremos compartir contigo:

Nos dan la vida

Nuestra mamita de carne, nos ha traído al mundo pero aunque nos separamos de ella al nacer,  somos una parte de ella, nuestra vida procede de ella, nos ha dado la vida. Nuestra madre María nos ha transmitido la vida divina, a través de su sí, de su entrega y su aceptación de la voluntad de Dios, todos nosotros recibimos la vida.

Nos cuidan del peligro

Vemos en el video a una madre cuidando a su hija de un peligroso tornado. Seguro hemos visto a nuestra mamá cuidando de nosotros muchas veces, cuando pasábamos noches completas con fiebre, enfermos y nuestra Madre María, aunque no la vemos, experimentamos su intercesión y cuidado amoroso a diario.

El Papa Benedicto decía: «Sé que puedo contar con su ayuda en toda situación; más aún, sé que ella previene con su intuición materna todas las necesidades de sus hijos e interviene eficazmente para sostenerlos: esta es la experiencia del pueblo cristiano desde sus primeros pasos en Jerusalén».

Nos dan seguridad

Aún en medio de un accidente de tránsito, nos dan seguridad. Su mano, su mirada siempre es un lugar donde encontramos seguridad. Más de alguno ha abrazado a su madre cuando siente miedo. María Santísima, al igual como acompañó a Jesús en su camino al calvario, nos acompaña y nos mira de cerca para transmitirnos esa paz que proviene de su corazón amoroso.

Nos tranquilizan

Se detiene el ascensor y mamá dice a su pequeño: «Respira profundo». Aunque lo que se viene en nuestras vidas se vea oscuro y poco estable, nos calman. Cuántas veces limpiando nuestras heridas, hechas al jugar descuidadamente, nos acariciaban para mantenernos tranquilos. Nuestra Madre Celestial aferrada a nuestra historia, con su manto de amor, calma nuestros corazones asustados e inquietos.

Su experiencia nos ayuda a no temer

El avión se mueve fuerte, quizás nuestras vidas también ¡pero tranquila! mamá ya ha estado en estas cosas antes, es solo turbulencia. Mamá y María, ambas saben del dolor, de las luchas, de las pruebas y turbulencias; si ellas dicen que todo está bien, es buena idea creerles.

Nos defienden

Ya sea de los burlones del barrio o de los acosadores de la calle, su mirada segura, su mano en nuestro hombro, su palabra contra quien se atreva a hacernos algún mal. Mamá está con nosotros, defendiendo nuestros intereses. María por su parte, pisando la cabeza de la serpiente, ha dado la pelea que nos libera de todo mal, para siempre.

San Luis Orione rezaba a la Virgen diciéndole: «Queridísima Madre, que nunca has abandonado a nadie ¡No abandones a este, tu pobre y último hijo! ¡Ven oh Madre, ven a salvarnos! En tus brazos me abandono».

Abrazan nuestra alegría y celebran con orgullo nuestra vida

Nadie más orgulloso que una madre de su hijo, independiente de la corona, trofeo o medalla. Mamá no necesita que seamos ganadores o campeones, no le hacen falta nuestros triunfos para sentir orgullo. Cada paso que damos, por humilde que sea, es para ellas motivo de orgullo y fiesta, inspiran en ellas ese abrazo apretado y ese beso cargado de amor. Ya sea que te titulaste de la universidad o que aprendiste a dar tu primer paso, todos son triunfos para mamá y estará feliz con nosotros.

¡Feliz Día Mamita, tu que me trajiste al mundo y me diste la vida y feliz día a ti  Mamita María, que me has adoptado e intercedes por mí para mi salvación!

 

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