FELIZ DÍA MAMÁ.
Fue Dios mismo quien primero rindió homenaje a la mujer que cumpliría un papel fundamental en la redención humana; Ser Madre del Hijo eterno de Dios.
Todas las madres son excepcionales, especiales y con un sinfín de cualidades que las hace tan amadas y ser el centro de cada hogar, son la Escuela de humanidad y primera experiencia de bondad, acogida, protección y amor total, sin condición ni limite. Así fue también la Virgen María, que con su “hágase en mí según tu palabra (Lc. 1, 38), se convirtió en la Madre del Salvador, y fue en todo “Madre” del Dios-hombre: Jesús de Nazareth. Madre por que de ella tomó carne y humanidad en la total plenitud de la palabra, amor, bondad, compasión, donación, mansedumbre, fe, entrega fiel, absoluta y total que fue la experiencia humana que formo el corazón de su hijo Jesús.
Ser mamá es la vocación más hermosa y difícil qué hay.
Para ser mamá hay que tener la ternura de una caricia y a la vez la fortaleza de un roble. Para ser mamá hay que saber escuchar y también aconsejar cuando se necesita. Para ser mamá se necesita estar siempre disponible pero no estorbar al hijo en su crecimiento.
Y digo que es una vocación porque es el llamado más hermoso que ha hecho Dios a las mujeres: ser mamá. Y no me refiero solo a la maternidad biológica, sino también a la maternidad espiritual, que al final de cuentas es la más importante y sagrada tarea de ser madre; dar la plenitud de la Vida, la vida trascendente del cielo, de Hijo de Dios.
Es importante que nos demos cuenta que las mamás también deben ser las mamás espirituales de sus hijos y que por lo mismo deben acercarlos a Dios y procurar que lleven una vida espiritual fuerte y muy cercana a Jesús, el Hijo de María, que les hará hombres y mujeres de bien, llenos de luz y esperanza, sembradores de bondad y felicidad.
Un abrazo a todas las mamás “cosafinas”, les saludo lleno de admiración y agradecimiento por su bella misión.
Pbro. Ramón Henríquez Ulloa.